Educación para la sostenibilidad

Impulsada por el ecologismo, la Educación para la sostenibilidad ha mantenido un enorme crecimiento desde la aprobación de la Agenda 21. Este documento fue el resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo (también conocida como Cumbre de la Tierra), que se celebró en Río de Janeiro en junio de 1992. Se trata de un plan de acción que los Estados signatarios (más de 178 países) se comprometieron a llevar a cabo para lograr un desarrollo sostenible a nivel mundial, con implicaciones para todos los agentes sociales (gobierno, población, empresas, etc.). El capítulo 36 se dedicó al “fomento de la educación, la capacitación y la toma de conciencia” y supuso la reconversión de la educación ambiental en una educación para el desarrollo sostenible, que integraba el concepto de desarrollo humano.

Desde entonces, la coincidencia del interés por este ámbito de las diferentes instancias educativas (administraciones, centros, universidades, organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales…) junto a la presencia previa de las ciencias ambientales en el currículo (biología, química, geología…), ha dado lugar a una presencia curricular explícita y a su efectiva inclusión en la programación de todas las etapas educativas.

Según el informe “Nuestro futuro común” (Gro Harlem Brundtland, 1987), elaborado por la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, el desarrollo sostenible es “aquel que satisface las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”. Además, la sostenibilidad no sólo se refiere a cuestiones ambientales, sino que implica también los sistemas sociales y culturales que interactúan e inciden en ellas.

La educación para la sostenibilidad pone de relieve la perspectiva de futuro de la educación. Las problemáticas ambientales son de ámbito global pero se manifiestan en nuestra vida cotidiana en forma de contaminación, deterioro del paisaje, alteraciones del clima,… Ello pone de relieve la necesidad de cambios sociales y, en este sentido, el currículo incluye constantes referencias a iniciativas para el cambio global (ahorro energético, consumo responsable, respeto al entorno natural,…), aunque planteadas desde una perspectiva individual (incidencia desde el cambio en la conducta personal). No obstante, la sostenibilidad es por definición un concepto sistémico, por lo que nada impide que las propuestas de mejora se aborden desde la corresponsabilidad.

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